miércoles, 13 de febrero de 2008

Adicciones



Es curioso con que normalidad los médicos de familia hemos aceptado las “Unidades para dejar de fumar” que se han montado en muchos hospitales, generalmente llevadas por neumólogos, aunque la verdad es que se han producido como un hecho consumado. El mensaje que ha recibido la población ha sido claro: “Fumar es malo. Dejar de fumar es siempre difícil, usted no puede dejarlo solo con su voluntad. Siempre se precisa de ayuda especializada (que desde luego no es la que puede darle su médico de familia) lo que generalmente supone que precisará un fármaco para ayudarle. Mientras no tome nada usted no podra dejar de fumar. Si no deja de fumar es porque no recibe ayuda. Usted no es responsable de seguir fumando”.


No se si habréis notado como esto ha afectado a las expectativas de muchos de nuestros pacientes. Cualquiera, fume el número de cigarrillos que fume, nos puede pedir una derivación a la Unidad de Tabaco del hospital. A nosotros nos dicen que limitemos las derivaciones pero a los pacientes no se les dice nada, al contrario se hace propaganda de ellas por televisión, se venden como una nueva prestación. La “capacidad que curar” que podríamos tener en la deshabituación tabáquica se disminuye al mínimo.


Por otro lado no se si habéis pensado donde se puede clasificar la deshabituación tabáquica. En todo caso sería una adicción encuadrable en algunas ocasiones en el DSM-IV en el apartado de Trastorno por abuso de sustancias (F1x.2x. Dependencia de sustancias). No parece un problema neumológico ni que se reequieran conocimientos de ese campo para abordarla. En todo caso sería en casos extremos un problema psiquiátrico. Y si no lo es, por perfil de formación, los médicos de familia seríamos los más adecuados para tratarlo. Se aducirá que no tenemos tiempo pero, en caso de no tenerlo, no lo tenemos para eso ni para nada. Y puestos a montar unidades específicas podria haberse contado con médicos de familia y haberlo hecho en el ámbito de la atención primaria dadas las características y la alta prevalencia del problema.

La agencia europea EMEA ha publicado(http://www.emea.europa.eu/pdfs/general/direct/pr/59551607en.pdf) el pasado 14 de diciembre la decisión de su comite CHMP de que se informe a los medicos de que la vareniclina puede producir depresion, ideación suicidas o intentos de suicidio. Es decir es un fármaco con determinados riesgos que deben ser evaluados. El problema es que en este caso, como en el del Bupropión, los pacientes nos lo demandan activamente e incluso intentan conseguirlo (y a veces lo consiguen) de la farmacia sin receta médica porque ha sido ampliamente publicitado minimizando sus riesgos.


El hacer responsable a la gente de sus hábitos y apelar a su voluntad para dejarlos (si ellos lo eligen: son libres no hay que olvidarlo) considero que es un requisito previo para cualquier terapia de este tipo. A partir de ahí se puede hacer una restructuración cognitiva o cualquier otro tipo de apoyo psicoterapéutico. Para deshabituar a alguien del hábito tabáquico es razonable seguir un esquema secuencial en función del número de cigarrillos que fume y otras variables entre las que se incluye una evaluación de su salud mental. En muchos casos la gente fuma mucho porque tiene estrés o ansiedad o está deprimido. Y habría que tratar adecuadamente la causa. En otros casos fuman pocos cigarrillos y tiene una adicción psicológica situacional que puede abordarse sin medicación ninguna.


El problema es que a menudo se medicaliza la vida y se trata a los individuos como si no fueran responsables y libres. Creandoles otras adicciones quizás más peligrosas.