martes, 13 de mayo de 2008

Elucubraciones

Los políticos de la UCD que en los años 70 apostaban por reformas de calado en la Sanidad Española, tomaron por excusa la Conferencia de Alma Ata para legitimar y lanzar la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria. Con ello empezaron la casa por la ventana. Mucho más lógico hubiera sido remozar los vetustos ambulatorios e inyectar autoestima a unos profesionales sin vinculación psicológica con la tarea que desempeñaban. En aquellos años nadie se declaraba "médico de cabecera"; quien más quien menos era "especialista en algo", y echaba sus horas en los ambulatorios, a los que acudían los pacientes por "banalidades", pues "lo importante" era atendido en los hospitales. La ocurrencia de crear una especialidad de MFC conectaba con una generación de jóvenes médicos izquierdosos, a los que repugnaba el adjetivo de médico "de familia", pero veían con agrado lo de "comunitaria". La Organización Médica Colegial acogió la especialidad con escepticismo –"acabarán por desaparecer"–, y algo más tarde franca irritación. En un escenario de superávit de médicos, estos "especialistas de lo general" dejaban al pairo a interinos "de toda la vida", instaurándose una mala fractura entre "nuevos y viejos" médicos.

Así empiezan Francesc Borrell Carrió y Joan Gené Badía su artículo La atención Primaria Española en los albores del siglo XXI que podéis leer en Gestión Clínica y Sanitaria (número 35):
http://www.iiss.es/gcs/gestion35.pdf


Tiene gracia que un ideólogo importante e inteligente del más importante lobby que ha habido y hay dentro de la atención primaria española, del lobby que ha sentado ortodoxia y doctrina casi religiosa durante más de veinte años, el que controla todas las unidades docentes del país (o casi todas), el que controla la comisión Nacional de la especialidad, despache de forma tan simple (y por tanto inexorablemente incierta e injusta) el nacimiento de la reforma de atención primaria. Ya sabéis la culpa de todo nuestro desconcierto no es del "cha cha cha", sino de los chicos de UCD (pobrecitos) y de la ocurrencia (atención a la palabra utilizada por un buen escritor: Borrell lo es) de unos cuantos médicos izquierdosos (¿de quienes hablan?, si es de ellos mismos ¿es que ya han dejado de serlo? o ¿se avergüenzan de su pasado ahora que han llegado a la mediana edad y ocupan cátedras e incluso consejerías autonómicas y hace mucho tiempo que la mayoría colgaron la bata?). Menos mal que tenemos todas las ediciones del Martin Zurro y muchos de sus artículos donde han impartido doctrina tantos años y que por cierto nos leímos con fruición, si no podríamos creer que mucha gente ha nacido hace un rato. El resto de su análisis está lleno de algunas cosas evidentes o razonables, otras contradictorias y otras, por fin, evanescentes en las conclusiones. Interesante leer el análisis de Jose Manuel Freire y Miguel Rebollo en
http://buengobiernosns.blogspot.com/ en la entrada de 2/abril/2008 de su blog.



A continuación del primer artículo podéis leer, en la misma revista, la visión de Juan Gervás (La necesaria atención primaria en España) que aboga por la vuelta a un médico personal, fuera de los centros de salud que atienda a los pacientes del nacimiento a la tumba las 24 horas del día. Juan Gervás es un "fenómeno" en toda la acepción de la palabra y el artículo es la expresión de sus anhelos profesionales que son muy conocidos. Pero no estoy muy seguro de que su modelo de médico superman, voluntarioso, voluntarista y un poco moralista sea ya una opción realista en estos tiempos, en este país, ni que nos apetezca serlo a la mayoría. Aunque por lo menos creo que pasa consulta todos los días. Y eso me merece un respeto. Me parece muy importante que exista entre nosotros un médico como él, de su valía y de su valentía. Aunque muchas veces no esté de acuerdo con él siempre me hace pensar y no se preocupa de ser "políticamente correcto". Y eso se agradece en los tiempos que corren.


Hoy en El Pais hay otro artículo de Andreu Segura y Amando Martin Zurro (La insatisfacción de la atención primaria)
http://elpais.com/articulo/salud/insatisfacción/atención/primaria/elpepusal/20080513elpepisal_4/Tes

También imparten doctrina sobre la atención primaria, con gran naturalidad, en un periódico de tirada nacional. Dicen, porque se lo deben haber contado (no creo que ninguno de los dos pasen consulta en un centro de salud de tipo medio desde hace muchos años) que los profesionales de primera línea tenemos un profundo malestar porque consideramos que nuestra situación no es digna. Nuestra falta de dignidad se debe, al parecer, a que tenemos un exceso de demanda y pedimos más recursos pero nos equivocamos, esa no es la solución: medicalizaría más. Lo que ocurre es que tenemos un exceso de demanda provocada por los "nervios" que produce la vida moderna. Y los que tienen esa ansiedad y esa tristeza lo que deben hacer es recurrir a sus redes de apoyo social y resolver sus problemas sin ir al médico, ni tomar medicación (un grupo de demanda eliminado por arte de magia). También lo que ocurre es que generamos demasiadas demandas de efectividad incierta como el control del niño sano, de los factores de riesgo CV, osteoporosis, etc. (justo las que han recomendado edición tras edición en el Martín Zurro!), solo habría que recortarlas y ya está otro grupo de demanda eliminado. Y todo sin renunciar a la prevención que solo hay que hacer de otra forma. Así proponen prevenir el alcoholismo, la alimentación no saludable, o la falta de actividad física de la misma forma que se ha hecho con el tabaquismo, es decir regulando por ley su consumo. Y ya está, Todo resuelto. Ahora solo hay que aplicar el PACAP como siempre han dicho ellos y todo solucionado. Veis que fácil. ¿alguien sigue teniendo problemas con su dignidad?.

Y si queréis aumentar un punto la sensación de tribulación y zozobra podéis terminar el recorrido en JANO
http://www.jano.es/jano/actualidad/dia/nueva/atencion/primaria/escenario/atencion/integrada/_f-303+iditem-2733+idtabla-4+tipo-25

leyendo "Por una nueva atención primaria en un escenario de gestión integrada". Si no os perdéis en la jerga os felicito: yo si me he he perdido. Será que me faltan lecturas.

Si esto no es una crisis de identidad la verdad es que se parece mucho. No creo que los cardiólogos, ni los neurólogos, ni los cirujanos, ni los psiquiatras se dediquen a escribir en estos términos sobre todo en prensa general. Al contrario hablan de los buenos que son (aunque no los sean tanto) y de los recursos que necesitan para hacer adecuadamente su trabajo. Las listas de espera o el sistema sanitario en general no son su problema o al menos no se sienten responsables de él. Es el problema de los gestores o de los pacientes. Ellos pueden ver u operar un número determinado de pacientes en una mañana a pesar de tratar con cosas graves. Y punto. Nosotros sin embargo nos tragamos con todo y, tras una especialidad de cuatro años, nos sentimos responsables (casi culpables) de la organización del sistema sanitario entero a pesar de que somos los que fundamentalmente, en el día a día, sufrimos sus disfunciones y además tenemos poco margen de maniobra para cambiar nada (eso es una distorsión cognitiva llamada magnificación). Y encima nos sentimos inseguros de nuestros saberes clínicos que siempre parecen prestados. En eso si que se nota el punto de partida ideológico que trataré de analizar otro día. Por suerte creo que entre nosotros hay mucha gente razonable que a lo largo del tiempo ha sabido desarrollar un oficio que creo que corresponde a lo que siempre ha sido un buen médico general adaptado a los tiempos. Alguien con una formación clínica solvente que procura discriminar la demanda (la clave de nuestra especialidad) y resolver de forma razonablemente ortodoxa y flexible los problemas clínicos más prevalentes. Solo precisamos un poco más de tiempo y que se clarifiquen las prestaciones que da el sistema. Y eso no depende casi nada de nosotros. Por suerte muchos de nuestros pacientes valoran nuestra función y eso justifica nuestra práctica y nuestra existencia. A veces tenemos tendencia a generalizar y nos dejamos teñir emocionalmente por la minoritarias consultas disfuncionales que mantenemos. Sin embargo la mayoría de la población nos hace demandas razonables. Al menos esa es mi experiencia.