jueves, 19 de junio de 2008

Conocimiento



Se dice que la medicina de familia es una especialidad interdisciplinar. Eso no solo significa que debamos tener formación de distinta profundidad en diversas áreas de las especialidades médicas, sino que tenemos que tener también formación de otras disciplinas como la psicología, la sociología, la antropología, la filosofía de la ciencia o la historia. Nuestro reto es integrar ese conocimiento para prestar una atención personalizada que responda a las necesidades de los pacientes. Me temo que a duras penas hemos conseguido definir nuestra área de conocimiento clínico y que se enseñe en las distintas rotaciones en los años de especialidad. Sin embargo el conocimiento de otras ciencias experimentales o humanísticas que deberíamos tener está mucho menos definido y no conozco textos que las recojan.

Pero ser médico, ser un médico de cualquier especialidad, que trata de comprender la realidad del enfermo que tiene delante y brindarle una atención personalizada, difícilmente se puede conseguir solo con el conocimiento de cuestiones estrictamente clínicas. Es necesario también saber captar de alguna manera su perfil psicológico, su sistema de creencias, las características del entorno en el que se mueve, su sistema de relaciones, el impacto emocional que nos produce a nosotros mismos. Y para manejar eso de forma profesional se precisa de un conocimiento mínimamente estructurado que pueda también ser falsado, sea susceptible de crecimiento y se enriquezca con la experiencia .

El desarrollo de la medicina ha dado lugar a una gran fascinación tecnológica y a una gran superespecialización. Paradójicamente eso, que ha supuesto un gran avance, también ha producido un empobrecimiento clínico que sufren los enfermos y sufrimos todos. Muchos especialistas han renunciado a ser médicos en el sentido que describe el primer capítulo del Harrison, a tener una visión global y un cierto conocimiento interdisciplinar que les permita insertar la patología en la realidad global de la persona enferma y ayudarla a que se sienta mejor. También olvidan que el modelo médico no deja de ser un constructo y que lo aparentemente científico puede ocultar creencias cerradas tan erróneas como las que se tenían en otras épocas y que igualmente pueden bloquear que se abran paso ideas nuevas más verdaderas. Muy a menudo observo como un paciente puede recibir una intervención sofisticada y una idea trasnochada al mismo tiempo. Se le puede hacer una RM por un dolor de espalda que no lo requiere sin que nadie haya evaluado que lleva meses deprimido. Se le puede culpabilizar por sus "nervios" o decirle que lo que le pasa y le hace sufrir "no es nada", sin que el que lo dice haya reflexionado sobre ese aspecto más que cualquier persona que pase por la calle.

Siempre he creído que un universitario tiene que ser algo más que un técnico. Tiene que ser un hombre de su tiempo. Es decir tiene que reflexionar sobre el conocimiento que circula a su alrededor, criticarlo, incorporarlo a su visión del mundo y de sí mismo. Muchas veces sufrimos por planteamientos que están superados hace un siglo. Esa era la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza, la que desgraciadamente no termina de cuajar en la universidad española. Solo en algunos colegios mayores es fácil estudiar medicina (o cualquier carrera) y asistir a seminarios sobre filosofía o literatura o cine o historia. O tener tertulias con intelectuales o científicos reconocidos. Por desgracia en otros, los chicos van a clase y luego no tienen incentivos para dedicarse a algo distinto que jugar a la X-Box o ver Operación Triunfo.

Sin embargo creo que un médico además de ser un clínico competente tiene que conocer a Bertrand Russell, creo que algo cambia en su práctica después de leer "La conquista de la felicidad". También pienso que un médico de familia aprende cosas esenciales sobre la condición humana leyendo "Madame Bobary" o "La enfermedad y sus metáforas" de Susan Sontag o algunos textos de Karl Popper o de Antonio Damasio.


Pero hay algo más. Si los médicos somos científicos en una materia muy marcada por la biología y por tanto por los debates bioéticos y la investigación, conviene que tengamos cierta información de por donde fluye el debate al máximo nivel en estos momentos; que no nos dejemos seducir e implicar en diatribas elementales en el terreno de las creencias cerradas, tan propiciados por los medios de comunicación, incluso por nuestros medios de comunicación que personalmente veo cada vez más tentados a caer en el amarillismo. Nos conviene identificar nombres que no son famosos pero que son importantes en el debate científico actual y descubrirlos a nuestros MIR. Gente como Daniel Dennett (filosofía evolucionista de la mente), Patricia Smith Churchland (neurofilosofía), David Sloan Wilson y E.O. Wilson (sociobiología), Larry Arnhart (biopolítica), Jared Diamond (antropología evolucionista), Herbert Gintis (economía experimental), Leda Cosmides, John Tooby
Steven Pinker (psicología evolucionista), o Richard Dawkins (memética). Haced la prueba de buscarlos en Wikipedia y descubriréis un mundo fascinante.

Los médicos tenemos la necesidad de poner en cuestión continuamente lo que hacemos. Tenemos que cuestionar nuestras actitudes, lo que creemos que sabemos y que sin embargo ya ha quedado obsoleto y nos impide aprender cosas nuevas. El conocimiento bien gestionado es un ingrediente esencial de la libertad de pensamiento, de la capacidad de adaptación, además de una aventura intelectual apasionante que puede ir completándose a lo largo de los años, sin agobios, con gozo. Ya sabéis el rigor intelectual no tiene por que ser "rigor mortis".

En la revolución naturalista
http://www.revolucionnaturalista.com/, un blog fascinante, que os recomiendo revisar con calma porque hay mucha información, podéis acercaros a algunos de los debates de la filosofía de la ciencia de nuestra época. Un lujo muy brillante.