Cada día repetimos actitudes y conductas que en muchas ocasiones no son fruto de la reflexión y de haber contrastado esas habilidades con otra forma de hacerlas. Sólo las hacemos de esa forma "porque siempre se ha hecho así". Sin embargo , de vez en cuando si nos tomamos la molestia de investigar un poco ó de variar algo que no ha demostrado ser mejor que una forma diferente de hacerlo nos encontraremos con gratas sorpresas: sucede así cuando mejoramos nuestras habilidades de comunicación, cuando aprendemos a cuidarnos emocionalmente y en general cuando crecemos en inteligencia emocional y cultivamos la escepticemia.
Si no hacemos un esfuerzo en este sentido nos pasará lo que a aquellos monos:
Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula, en cuyo centro dispusieron una escalera y, sobre ella, un racimo de plátanos, de los que a los simios resultaban más apetitosos. Cuando un mono subía por la escalera hacia los plátanos, los experimentadores lanzaban de inmediato un chorro de agua fría sobre los monos que esperaban abajo.
Después de algún tiempo de repetir el experimento, lograron que cada vez que un mono intentaba subir la escalera, los otros monos lo agarraban y no le dejaban hacerlo, por mucho que se resistiera. Pasado algún tiempo más, ya ningún mono hacía el menor ademán de subir por aquella escalera, a pesar de la tentación de la apetitosa fruta que tenían tan cerca.
Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos por otro nuevo. Lo primero que hizo este nuevo mono fue intentar subir la escalera, pero fue rápidamente retenido por los otros y recibió una buena paliza.
Después de repetirlo algunas veces más, el nuevo integrante del grupo comprendió que no debía hacerlo y ya no intentó subir más.Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo, con la novedad de que el primer sustituto participó con entusiasmo en la paliza que propinaron al novato.
Al poco tiempo sustituyeron a un tercer mono, y se repitieron los mismos hechos con una exactitud milimétrica. Cambiaron después al cuarto mono, y, finalmente, al último de ellos. Quedó por tanto un grupo de cinco monos nuevos que, aunque nunca habían recibido el baño de agua fría, continuaban golpeando sin piedad a quien intentase subir la escalera para alcanzar los plátanos.
Si hubiese sido posible interrogar a alguno de los cinco nuevos monos, y preguntarles por qué pegaban a quien intentaba subir por aquella escalera, probablemente su respuesta habría sido del estilo: "No sé, aquí las cosas siempre se han hecho así...".
También deberíamos recordarlo frente a pacientes que no se ajustan a lo que dicen los libros, que son cada día más.