miércoles, 8 de julio de 2009

Sin novedad en el frente


Esta reflexión fué publicada en un Escepticemia del 2006 y la he releido tras haber estando hojeando hoy artículos antiguos para mi archivo. Como vereis , la fecha bién pudiera ser de hoy mismo , ya que el artículo tiene plena vigencia. Podríamos preguntarnos ¿Quo Vadis , Atención Primaria? . Claro que los que tenían que preguntárselo son los políticos responsables de la falta de inversiones en A. Primaria y que la han dejado en caída libre. No obstante, el final del artículo refleja una esperanza que nos alienta a muchos a no cejar en el empeño de intentar mejorar día a día.
El artículo dice así:

Sobre la carencia de médicos y la devaluación de la profesión:
Las niñas quieren ser sobre todo maestras y veterinarias, pero al menos a un pequeño porcentaje les gustaría ser médicas; en cambio, los niños no se ven a sí mismos como médicos, sino como futbolistas, pilotos de Fórmula 1 y otras figuras de relevancia mediática. En general, los hijos de médicos ya no aspiran a la profesión de sus padres, y éstos tampoco se la aconsejan a sus hijos. Hay una paulatina deserción de las profesiones sanitarias que tiene que ver con el creciente descontento profesional, la falta de reconocimiento social y de realización personal, la insuficiente remuneración, el cansancio emocional, los problemas de formación, la entrada de médicos menos preparados de otros países, la medicalización creciente de la vida cotidiana, las presiones de los enfermos, la globalización de la salud y su creciente consideración como un producto de consumo más y otros muchos y diversos factores que han hecho cotizar a la baja la figura del profesional de la salud. En sólo unas décadas la medicina ha perdido su tradicional prestigio, y se encamina hacia una situación deficitaria de profesionales. Con el envejecimiento de la población, la inmigración y la creciente demanda de prestaciones, y mientras todavía se siguen haciendo contratos por unas horas para cubrir una guardia, ya se empieza notar una cierta carestía de médicos, sobre todo de los bien formados, y una inquietud por el futuro de las profesión.
Con distintos grados y matices, este fenómeno afecta a todas las sociedades desarrolladas. Y esta escasez de médicos y sanitarios es un problema todavía más acuciante a nivel mundial. Como refleja The World Health Report de 2006 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el déficit de recursos humanos en todo el mundo es uno de los grandes problemas de salud a escala global. La OMS estima que hacen falta de forma urgente más de cuatro millones de profesionales sanitarios en 57 países, 36 de ellos subsaharianos, para atender necesidades de salud básicas. Los datos de la OMS indican que estamos ante una enorme crisis de recursos humanos y justifican la elección de este tema para dar contenido a su día mundial de la salud, que se celebra el 7 de abril de cada año desde 1950. Aunque nada tienen que ver los problemas de salud de los países ricos con los de los pobres, unos y otros se enfrentan a una crisis de recursos humanos. En todas partes, la medicina se perfila hoy como una profesión difícil y sacrificada, pero a la vez sigue siendo una profesión fascinante. Quizá ahora más que nunca. A pesar de todos los pesares, no se ha deshumanizado gravemente ni siquiera en las sociedades más tecnológicas y complejas. Y además, como reflejan las revistas médicas, tiene ahora mayor vigor intelectual que nunca. Lo que se echa en falta es un mayor apoyo político y social a los médicos y otros profesionales que se dedican al cuidado de la salud. Eso sería lo inteligente, porque como dice el médico Armand Grau “una sociedad inteligente cuida a sus cuidadores”.