miércoles, 2 de junio de 2010

El valor de los Todólogos en tiempos de crisis


-Hay cosas que no pueden aprenderse en los libros: ser capaz de mirar serenamente a los ojos del paciente que entra con la natural ansiedad a la consulta , porque teme que lo que va a decirnos puede ser el comienzo de una enfermedad grave, esa mirada que transmite al paciente el mensaje de que nos interesa él como persona, que nos vamos a preocupar porque reciba una asistencia digna y personalizada y que estaremos con él pase lo que pase.
- La capacidad de acompañar a un paciente en situación terminal , cuando se va apagando poquito a poco, y ya no tiene muchas personas con las que hablar de sus miedos y preocupaciones, de su ansiedad ante la muerte próxima y de sus consecuencias para su familia.
- La forma de tratar a los pacientes, que ante un mismo síntoma , lo matizan con sus creencias y temores, y nuestra forma de solidarizarnos emocionalmente con ellos, tampoco puede aprenderse en un libro que trate sobre dichas patologías. Lo mismo que anotar en la historia clínica que el cabeza de familia está en paro, ó que tiene un hijo adolescente con problemas ó que ha fallecido su esposo tampoco figura en muchos libros de medicina, pero ...nos explica tantas cosas que nosotros sí hemos aprendido el valor de referenciarlo en la hoja de problemas . "Dime cómo es tu hoja de problemas y te diré cómo trabajas", leía yo hace tiempo en uno de mis libros favoritos de entrevista clínica
- El trato amable y personalizado, aunque el Sistema y sus dirigentes se empeñen en asignarnos cinco minutos por paciente a sabiendas de que es imposible hacerlo bién en ese tiempo ridículo.
- El llamar a los pacientes por sus nombres, saludarlos a la entrada y cogerles la mano u ofrecerles un pañuelo de papel si la entrevista discurre por derroteros emocionalmente sagrados.
En muchas ocasiones no basta sólo con una buena formación técnica, que es fundamental tener, pero que debe ir acompañada de un trato empático y bidireccional para que la entrevista sea verdaderamente un encuentro médico -paciente como lo entendemos los médicos de familia (ó de cabecera si se prefiere , como dice mi admirado J. Gervás).
Ayudar y acompañar a nuestros pacientes, aceptando nuestras limitaciones pero ensanchando nuestra faceta humanista multiplicará los encuentros positivos para ambos . Y todo ésto , aunque nos rebajen el sueldo los mismos a los que les parece normal asignar cinco minutos por paciente.