jueves, 8 de julio de 2010
Alopurinol en la Angina Estable
En la edición del Lancet del pasado mes de Junio se publican los resultados de un estudio aleatorizado controlado , cruzado con placebo, en el que se valora el efecto de altas dosis de Alopurinol en pacientes con Angina Estable. Los autores incluyen 65 pacientes entre 18 y 85 años con enfermedad arterial coronaria documentada con angiofrafía y prueba de esfuerzo positiva y angor estable de al menos dos meses de estabilidad. Se hizo asignación al azar para recibir 600 mg de Alopurinol al día durante 6 semanas ó placebo antes del cruce. El objetivo primario fué el tiempo de depresión del ST y los secundarios el tiempo total de ejercicio ó de aparición del dolor en la prueba de esfuerzo.
No parece que hubo efectos secundarios importantes en el estudio, y el resultado fué que el Alopurinol mejoró los parámetros antedichos .
Se concluye conque el Alopurinol parece un tratamiento antiisquémico eficaz, barato y razonablemente seguro en pacientes con Angina Estable.
Veremos si los resultados se confirman en condiciones de práctica clínica real.
La Caña de Bambú. Cuento indio
-Me gusta leer el blog Carreteras Secundarias, porque en él se hace notar una y otra vez lo efímero de la vida y la futilidad que supone acumular riquezas estúpidamente sin dedicarse a lo verdaderamente importante, que es ayudar a los demás, y tener sentimiento de pertenencia a la manada ,como decía nuestro recordado Carlos Cristos en "Las alas de la vida". En nuestro trabajo convivimos cada día con la muerte y sus aledaños y comprendemos mejor que otros el significado de este cuento de la India:
Existía un próspero reino en el norte de la India. Su monarca había alcanzado ya una edad avanzada. Un día hizo llamar a un sabio que vivía dedicado a la meditación profunda en el bosque y dijo:
Hombre piadoso, tu rey quiere que tomes esta caña de bambú y que recorras todo el reino con ella. Te diré lo que debes hacer: Viajarás sin descanso de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo y de aldea en aldea. Cuando encuentres a una persona que consideres la más tonta, deberás entregarle esta caña. Aunque no reconozca otro rey que mi verdadero yo interior, señor, habré de hacer lo que me dices por complacerte. Me pondré en camino enseguida.
El sabio cogió la caña que le había dado el monarca y partió raudo. Viajó sin descanso, llegando sus pies a todos los caminos de la India. Recorrió muchos lugares y conoció muchas personas, pero no halló ningún ser humano al que considerase el más tonto. Transcurrieron algunos meses y volvió hasta el palacio del rey. Tuvo noticias de que el monarca había enfermado de gravedad y corrió hasta sus aposentos. Los médicos le explicaron al sabio que el rey estaba en la antesala de la muerte y se esperaba un fatal desenlace en minutos. El sabio se aproximó al lecho del moribundo.Con voz quebrada pero audible, el monarca se lamentaba:¡Qué desafortunado soy, qué desafortunado! Toda mi vida acumulando enormes riquezas y, ¿qué haré ahora para llevarlas conmigo? ¡No quiero dejarlas, no quiero dejarlas!
El sabio entregó la caña de bambú al rey.
Hombre piadoso, tu rey quiere que tomes esta caña de bambú y que recorras todo el reino con ella. Te diré lo que debes hacer: Viajarás sin descanso de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo y de aldea en aldea. Cuando encuentres a una persona que consideres la más tonta, deberás entregarle esta caña. Aunque no reconozca otro rey que mi verdadero yo interior, señor, habré de hacer lo que me dices por complacerte. Me pondré en camino enseguida.
El sabio cogió la caña que le había dado el monarca y partió raudo. Viajó sin descanso, llegando sus pies a todos los caminos de la India. Recorrió muchos lugares y conoció muchas personas, pero no halló ningún ser humano al que considerase el más tonto. Transcurrieron algunos meses y volvió hasta el palacio del rey. Tuvo noticias de que el monarca había enfermado de gravedad y corrió hasta sus aposentos. Los médicos le explicaron al sabio que el rey estaba en la antesala de la muerte y se esperaba un fatal desenlace en minutos. El sabio se aproximó al lecho del moribundo.Con voz quebrada pero audible, el monarca se lamentaba:¡Qué desafortunado soy, qué desafortunado! Toda mi vida acumulando enormes riquezas y, ¿qué haré ahora para llevarlas conmigo? ¡No quiero dejarlas, no quiero dejarlas!
El sabio entregó la caña de bambú al rey.