domingo, 12 de diciembre de 2010

La Actitud Interior

- Estamos en un tipo sociedad que confunde el placer con la felicidad , y lo peor es que los medios de comunicación y los manipuladores , que son muchos, pretenden que las personas lo sigan creyendo. De esa forma , siguen confundiendo el disfrute inmediato del placer con la búsqueda de la felicidad que es un proceso mucho más maduro, arduo y que exige esfuerzo y disciplina personal. Hay un libro : El arte de la Felicidad , que os recomiendo leer, que transcribe las ideas del Dalai Lama al respecto  en sus conversaciones con Howard C. Cutler , un psicoterapeuta americano, es muy claro al respecto : "nos movemos todos , en pos de la felicidad". Y en esta búsqueda continua, la actitud interior , el enfoque que nuestros pensamientos den a la realidad condicionará nuestros sentimientos  y lo que es más importante , el resultado de ese enfoque.Por eso es tan importante que adecuemos lo que hacemos con lo que pensamos, para mantenernos en esa sintonía que nos hace mejores y más receptivos hacia los sentimientos de nuestros pacientes.Hay un cuento hindú que lo ilustra magníficamente:

                                            LA ACTITUD INTERIOR
Eran dos grandes amigos. Trabajaban en un pueblo y decidieron ir a pasar unos días a la ciudad. Comenzaron a caminar y en una gran calle vieron un burdel que estaba frente a frente con un santuario. 


Uno de los amigos decidió pasar unas horas en el burdel, bebiendo y disfrutando de las bellas prostitutas, en tanto que el otro optó por pasar ese tiempo en el santuario, escuchando a un maestro que hablaba sobre la conquista interior. Pasaron unos minutos, y entonces el amigo que estaba en el burdel comenzó a lamentar no estar escuchando al maestro en el santuario, en tanto que el otro amigo, por el contrario, en lugar de estar atento a las enseñanzas que estaba oyendo, estaba ensoñando con el burdel y reprochándose a sí mismo lo necio que había sido por no elegir la diversión. 

De este modo, el hombre que estaba en el burdel obtuvo los mismos méritos que si hubiera estado en el santuario, y el que estaba en el santuario acumuló tantos desméritos como si hubiera estado en el burdel.