sábado, 30 de abril de 2011

Fatiga por Compasión. Una patología de la Empatía

- ¿Por casualidad presentas alguno de estos síntomas?:
-   Fatiga, cansancio, dificultad para dormir, dolores de cabeza, molestias digestivas inespecíficas

- Irritabilidad, ansiedad,  sentimientos de culpa , depresión, sentimientos de desamparo.

- Agresividad, pesimismo, estar a la defensiva.

- Poca concentración, Disminución de la calidad de tu trabajo , absentismo, llegar tarde al trabajo.

- Dificultad de comunicarte con tus compañeros.

Pués es posible , no que padezcas un cuadro depresivo ó de Burn-out  como tales , sino de algo que probablemente es también muy frecuente pero menos conocido  llamado Fatiga por Compasión.



La compasión es definida como un sentimiento de profunda empatía y pena por otro que está sufriendo, acompañado por un fuerte deseo de aliviarle el dolor o resolverle sus problemas. Tal como resalta Figley, su principal investigador desde 1999,  el sentimiento de empatía y compasión está en el centro mismo de nuestra capacidad para realizar el trabajo con nuestros pacientes  y al mismo tiempo en nuestra capacidad para ser lastimados por  nuestro trabajo.
La Fatiga por Compasión (o también denominada Desgaste por Empatía) son las emociones y conductas naturales resultantes de enterarse de un evento doloroso y/o traumático experimentado por “otro” , otra persona significativa. Se caracteriza por 3 grupos de síntomas iguales a los de Trastorno por estrés Post Traumático
1. Re-experimentación (revivir, recordar con una gran carga emocional)
2. Evitación y embotamiento psíquico (actitudes de distanciamiento tanto físico como afectivo de las personas, no sólo pacientes.)
3. Hiper-activación (arousal) (estado de tensión , alerta permanente y reactividad)
La Fatiga por Compasión puede derivar de la exposición a un acontecimiento traumático o una serie de ellos y suele manifestarse súbitamente.


Hay un costo en cuidar. Los profesionales que escuchan las historias de los pacientes  de miedo, pena, y sufrimiento pueden sentir un miedo, pena y sufrimiento similar porque cuidan. Algunas veces sentimos que perdemos nuestro  yo. Los terapeutas que trabajan con víctimas de violación , a menudo desarrollan un rechazo por  los violadores que se extiende a otros hombres. Los que trabajan con otros tipos de delitos “se sienten paranoicos” sobre su seguridad y buscan más seguridad. Irónicamente, los terapeutas más eficientes son los más vulnerables a este efecto de espejo .Aquellos que tienen una enorme capacidad para sentir y expresar empatía tienden a tener mayor riesgo de estrés de compasión.

El profesional cuyo trabajo está centrado en el alivio del sufrimiento emocional de sus clientes, automáticamente absorbe información acerca del sufrimiento. A menudo absorbe también el sufrimiento. Suele acompañarse de expresiones de pensamientos como: “no podrán contactar con otros como lo han
conseguido hacer conmigo”,”me necesitan”, “no puedo abandonar a estas personas ahora, con lo importante que soy para ellos”. ¿Os suena?
La Fatiga por Compasión es un estado de aparición abrupta y aguda,  y se la puede considerar más una manifestación que una patología y avisa, imperativamente, que es necesario realizar cambios importantes.

El Burnout afecta negativamente la resiliencia (capacidad de reponerse y poder recuperarse aún de situaciones altamente adversas) para el trabajo, haciéndonos más susceptibles a la Fatiga por Compasión, favoreciendo la “respuesta silenciadora”, que es la incapacidad para atender a las experiencias de los pacientes que resultan abrumadoras y la tendencia a dirigirles hacia temas menos estresantes para el profesional. Cuando la tensión y angustia que genera el relato de las experiencias del paciente nos provocan un malestar insoportable tendemos a cambiar de tema, a intentar minimizar o consolar, o a tener conductas de distracción con lo que se obstaculiza la posibilidad de relato y experiencia reparadora en el paciente



Y por si esto fuera poco, no sólo afecta a los profesionales sanitarios sino a la pob lación en general:
 La paradoja de nuestro tiempo es que, cuando más información tenemos sobre los horrores del mundo, más paralizados estamos. Cuando más insostenible se vuelve el orden social, menos capaces nos sentimos de provocar un cambio. La tenaza del sistema por estos días es casi perfecta: las vidas de millones de personas son cada vez más difíciles, pero la rebelión aparece cada vez más lejana. La retirada de la ciudadanía de los asuntos públicos se produce cuando más falta hace su participación. Estamos encerrados en nuestras casas, aislados, sin tiempo y sin energía, y sin disposición a ayudar al  que sufre. No parece haber respuestas para esta paradoja social que cada vez  afecta a más gente.
 La llama de la compasión amenaza con hacernos fríos ante el sufrimiento. Debemos mantener viva esa llama pero en su justa medida: evitando que nos abrase pero alimentándola  cada día con nuevas experiencias con nuestros pacientes.No podemos permitirnos ser indiferentes frente al dolor ajeno pero no podemos dejar que el exceso de empatía nos atrape en la indiferencia. En este enlace podeis ampliar la información y ver algunas formas de afrontar este riesgo