Alrededor
del 16 por ciento de las personas que sufren la pérdida de un ser
querido presentan un cuadro depresivo durante el año siguiente al
fallecimiento del familiar o amigo. No obstante, esta cifra se
incrementa hasta aproximadamente el 85 por ciento en la población mayor
de 60 años.
Asimismo, cinco de cada cien personas pueden experimentar alucinaciones e
incluso sentimientos de culpa, que se intensifican tras cumplirse el
periodo normal de adaptación a la pérdida. Es lo que los especialistas
denominan como 'duelo patológico'.
"Un duelo normal se asocia a síntomas de tristeza que no son
incapacitantes y duran unos pocos días. Sólo cuando las circunstancias
han sido especiales --como la muerte de un hijo, fallecimiento por
suicidio, muerte inesperada o por enfermedad terminal dolorosa y de
larga duración--, la persona presentaba una relación de gran dependencia
hacia el fallecido o alguna enfermedad psiquiátrica previa o existen
sentimientos de culpa por alguna razón, tiende a aparecer un duelo
patológico, que se caracteriza por mayor duración de los síntomas de
tristeza y mayor intensidad", ha explicado el psiquiatra del Hospital
Miguel Servet de Zaragoza, Javier García Campayo.
No obstante, el duelo es un proceso adaptativo normal ante una pérdida
que tiene consecuencias psicológicas --tristeza--, biológicas y
sociales, suponiendo uno de los acontecimientos más estresantes que debe
afrontar el ser humano. Sin embargo, no se considera una entidad
patológica psiquiátrica.
Para García Campayo el duelo patológico es, inicialmente, una
complicación del duelo normal y todavía no es una depresión, pero en
poco tiempo puede presentar la duración --al menos 2 semanas-- y la
intensidad --altera el funcionamiento laboral, social o familiar
normal-- y ser indistinguible de una depresión, con un tratamiento
también similar: fármacos antidepresivos y psicoterapia, en este caso
muy centrada en la pérdida.
Por este motivo, los especialistas coinciden en que es fundamental
diagnosticar el tipo de duelo existente y en que no se deben tratar los
procesos adaptativos normales, dado que todo el mundo tiene y debe
asumir el pasarlo mal ante una pérdida. Ahora bien, cuando los síntomas
de tristeza son duraderos (semanas) e incapacitantes, de modo que
impidan realizar una vida laboral, social y familiar normal, es cuando
se debe acudir a un especialista.
Por último, el experto ha recordado que el duelo no sólo se produce como
consecuencia de un fallecimiento sino que, también, se puede producir
por la pérdida del puesto de trabajo, discapacidad derivada de un
accidente de tráfico o tras una mastectomía, pudiendo "cronificarse"
hasta convertirse en una patología que se desencadene en una depresión.