sábado, 5 de enero de 2013

Regalo de Reyes ¿Cómo se prueban los Tratamientos?

- Como regalo para aquellos que aún no lo conozcan os dejo el link para descargaros el Libro: ¿Cómo se prueban los Tratamientos?  Una mejor investigación para una mejor atención en salud .  Pinchad aquí
 Es el libro  estrella de la biblioteca James Lind (que os recomiendo visitar) y os aseguro que tras leerlo , vuestra visión acerca de lo que ocurre cada  día con la prescripción de fármacos que no han probado  ser nada  eficaces , cambiará para siempre.
 Como muestra del libro os dejo un pasaje:


No hay manera de saber cuándo están completas nuestras observaciones
acerca de los sucesos complejos de la naturaleza. Como bien lo señaló Karl
Popper, nuestro conocimiento es finito, pero nuestra ignorancia es infinita. En
la medicina, nunca podemos estar seguros de las consecuencias de nuestras
intervenciones; tan solo podemos reducir el margen de incertidumbre. Esta
confesión no es tan pesimista como suena: las afirmaciones que resisten un
escrutinio intenso y repetido a menudo resultan muy fiables.
Tales “ verdades funcionales” son los elementos con los que se construyen las estructuras razonablemente sólidas en las que se apoyan nuestras acciones diarias a la cabecera del paciente.
William A. Silverman. Where’s the evidence? (1998)




 Para los que creen que los tratamientos de hoy en día  son horripilantes les dejo este texto:
LA MUERTE DE REY CARLOS II
Sir Raymond Crawfurd (1865-1 93 8) escribió un relato vívido de la muerte
del rey Carlos II en 1685. El rey había sufrido un ataque de apoplejía.
Sus médicos de inmediato se pusieron en acción, con una diversidad de
tratamientos a cual más despiadados:
“Le extrajeron 16 onzas de sangre de una vena del brazo derecho, con un
buen efecto inmediato. Según la práctica aprobada en aquel tiempo, se
permitió al rey quedarse en la silla donde lo sorprendieron las convulsiones.

Le mantuvieron los dientes abiertos por la fuerza para que no se mordiera la
lengua. El régimen consistía, según lo describe sucintamente Roger North,
en lograr primero que despertara y después evitar que se durmiera. Se
habían despachado mensajes urgentes a los numerosos médicos personal es
del rey, que acudieron con prontitud para atenderlo; se les convocó sin
reparar en las distinciones de credo y postura política, y ellos acudieron.

Ordenaron que se le aplicaran ventosas en los hombros sin demora, y que
se realizara una escarificación profunda, con la cual lograron extraer otras
ocho onzas de sangre. Se administró un potente emético de antimonio
[un medicamento para provocar el vómito], pero como tan solo pudieron
hacer que el rey tragara una pequeña porción, decidieron duplicar la
seguridad del tratamiento con una dosis completa de Sulfato de Cinc. Le
dieron purgantes potentes, complementados con una sucesión de clisteres
[enemas]. Le cortaron el pelo al rape y le aplicaron sustancias vesicantes
cáusticas en toda la cabeza. Y por si todo ello no fuera suficiente, también
se solicitó el cauterio al rojo vivo.
El Rey pidió disculpas por ‘tardar un tiempo desmedidamente largo en morir’. “
Crawfurd R. Last days of Char es II. Oxford: The Clarendon Press , 1909.