- En la sección de libros de el País publicada hace 2 meses, se cita uno que habla de la experiencia de un paciente que era periodista de Nueva York y decidió contar su experiencia durante los últimos 14 meses de su vida con un Cáncer de Próstata: se titula "Ebrio de Enfermedad" y lo prologa el prestigioso Oliver Sack (autor a su vez del espléndido ·El hombre que confundió a su mujer con un sombrero") .
El prólogo completo está a disposición del que quiera leerlo en la página enlazada más arriba, pero lo que quiero traer hoy aquí es un pasaje de dicho prólogo que se titula "El paciente examina al médico" en el que expone cómo le gustaría que fuera el médico que le acompañe en esos últimos meses de su vida:
" Lo que menos desea el paciente es un médico que sea insulso, que no parezca «no ser
suficientemente intenso ni voluntarioso para imponerse a algo poderoso y
demoníaco, como es la enfermedad». Lo que busca en un médico es
«alguien que sepa leer a fondo la enfermedad y que sea un buen crítico
de la medicina… que no sólo fuese un médico de talento, sino que fuese
por añadidura un poco metafísico… [uno que sea] capaz de ir más
allá de la ciencia y llegar a la persona… capaz de imaginar la soledad
en que viven los enfermos críticos. Quiero que sea él mi Virgilio, que
me guíe por mi purgatorio o mi infierno, señalando todo lo que haya que
ver por el camino".
Recalco aquí lo de que el médico sea capaz de imaginar la soledad ....... porque eso es la verdadera empatía , lo que aumenta el valor del acto médico por encima de la técnica /que por supuesto debe ser competente) . Y éso es lo que debemos seguir haciendo y experimentando los médicos en general y los médicos de familia en particular. Eso le dá sentido a lo que hacemos cada día.