Rafael de Pablo, insigne Coordinador de la Plataforma 10 minutos, a la que respaldo y ayudo en todo lo que me sea posible, ha publicado el siguiente artículo en siete dias médicos:
Publicado en 7DM 746 11 Abril 2008
"He de reconocer que cuando lanzamos el grito de desesperación de «10 minutos por visita, ¡qué menos!», una de las propuestas que hacíamos era la reducción del tamaño de cupos, como una medida más de una serie de iniciativas para controlar una demanda asistencial que nos desbordaba.
Del intercambio de ideas y conocimientos con diferentes compañeros de toda España, muchos de ellos profundos conocedores de la atención primaria y de sus sistemas organizativos, empezamos a comprender que la reducción del tamaño del cupo de pacientes que atiende un médico no sólo no es una medida beneficiosa, sino contraproducente, sobre todo si se realiza de forma aislada.
La reducción del tamaño de los cupos de pacientes no va a conseguir una disminución de la agenda asistencial, sino que lo que conseguirá es aumentar la frecuentación y el nivel de nimiedades en la consulta. Por experiencia sabemos que en muchos lugares donde los cupos son pequeños, paradójicamente, la presión no baja, ya que los ciudadanos acuden más, con frecuentaciones superiores a la media de 5-6 visitas por paciente y año, llegando a cifras de hasta 10-12 visitas.
No se acaban aquí los problemas de la reducción de cupos. Otro inconveniente es la disminución de los ingresos económicos del médico, al reducir la capitación sin que ello lleve a una disminución real de trabajo a medio plazo. Pero posiblemente el problema más serio sea una disminución de la competencia del profesional, al reducir la prevalencia en sus consultas de patologías relativamente frecuentes en atención primaria, aumentando la derivación a la especializada de casos que se deberían resolver en nuestro ámbito asistencial. Asimismo, es un serio problema para la viabilidad del sistema, ya que el gasto que generan los cupos médicos en derivaciones, fármacos y bajas laborales es muy similar, influyendo poco su tamaño; y, por tanto, a más cupos médicos, más gasto por habitante.
La única justificación de la reducción de cupos podría ser el aumento de empleo de los médicos, medida de justicia redistributiva en caso de paro médico. Pero esta situación, como se sabe, no existe en estos momentos, caracterizados incluso por lo contrario: faltan médicos en la atención primaria.
Entonces, ¿se puede hacer algo diferente para controlar la demanda asistencial desbordada, independientemente del tamaño de los cupos? Rotundamente sí: la capacidad del médico de controlar su agenda. Justo lo contrario de lo que hacen en algunas comunidades autónomas con medidas como la «demora 0», etc.
Hay que dar al médico total autonomía para organizar su agenda asistencial y que se responsabilice de los resultados. A nuestro juicio, ésa es la medida necesaria.
En la última reunión nacional de la Plataforma 10 Minutos surgió el caso de dos médicos jóvenes, un catalán y un madrileño, que ya habían disfrutado la «circunstancia» de tener 10 minutos por visita en sus centros de salud, con la consiguiente capacidad incrementada de resolver más y mejor y de disminuir la frecuentación, así como de ejercer un mejor control de la demanda. En ambos casos los cupos eran relativamente grandes, pero sus agendas asistenciales eran muy asequibles. Y en ambos casos, por decisiones externas a ellos, les fueron impuestas agendas de 5 minutos, aumentando el descontrol y volviendo a la saturación asistencial.
La propuesta aislada de reducir el tamaño de los cupos que se está planteando en algunas comunidades autónomas no solucionará los problemas de la atención primaria; primero, porque no habrá médicos suficientes, y segundo y más importante, porque agravará la situación laboral y asistencial. "
Por mi parte ,humildemente , debo decir que no comparto este planteamiento. Paso a explicarme:
1. Si en vez de cobrar los ridículos 50 céntimos por tarjeta que cobramos ahora, se planteara por los sindicatos y las organizaciones profesionales el aumento hasta 1,5 ó 2 euros, que no creo sea para escandalizarse, se podría plantear la reducción de cupos, hasta los 1300-1500 cartillas, sin pérdida de poder adquisitivo para los profesionales.
2. La supuesta pérdida de habilidades, al disminuir la prevalencia de algunas patologías, se podría suplir , sobradamente, con el aumento ó la instauración de sesiones clínicas, casos clínicos, sesiones bibliográficas(que en algunos equipos, saturados ó no, son una entelequia). En los hospitales , los especialistas tienen asignadas unas 10 -12 camas, algunos menos y otros más, pero que yo sepa se mantienen sus habilidades y conocimientos con el intercambio generoso y frecuente de información, con estudio y con investigación , que es, sin duda, mucho más abundante que en primaria en la actualidad. ¿Os imaginais que en los hospitales tuvieran que tener 40-50 camas por especialista para mantener sus habilidades propias?.
3. Por el contrario , lo que sí sé, es que médicos de primaria con cupos de 600 a 900 tarjetas, comienzan su jornada después que mi compañero ó que yo mismo (con 1800 tarjetas cada uno) y que la terminan habitualmente antes, cuando mi compañero ó yo venimos terminando, con suerte, a las 4 ó 4,30 y después quedan los domicilios. Y esto está llegando a ser inaguantable por agotador, física y psiquicamente. Porque no olvidemos que el sistema penaliza a los profesionales que se implican en la asistencia y no establece diferencias ni retributivas ni profesionales entre unos y otros.
4. Si esperamos que los políticos acepten que los profesionales de primaria gestionemos nuestras agendas , vamos listos. No he oído a ningún político decir que aceptara listas de espera en primaria ni creo vaya a vivir para oirlo. Por lo que parece razonable que los cupos sean de unas dimensiones en torno a 1300-1500 máximo. Eso conduciría a una menor presión asistencial y probablemente a una mejor comunicación con los pacientes, que redundaría en beneficio de todos los que creemos que aún hay margen de maniobra para dar una asitencia de calidad. Y hasta podríamos plantearnos en alguna sesion clínica, hacer algo de investigación que completara nuestras aspiraciones personales y profesionales.
Publicado en 7DM 746 11 Abril 2008
"He de reconocer que cuando lanzamos el grito de desesperación de «10 minutos por visita, ¡qué menos!», una de las propuestas que hacíamos era la reducción del tamaño de cupos, como una medida más de una serie de iniciativas para controlar una demanda asistencial que nos desbordaba.
Del intercambio de ideas y conocimientos con diferentes compañeros de toda España, muchos de ellos profundos conocedores de la atención primaria y de sus sistemas organizativos, empezamos a comprender que la reducción del tamaño del cupo de pacientes que atiende un médico no sólo no es una medida beneficiosa, sino contraproducente, sobre todo si se realiza de forma aislada.
La reducción del tamaño de los cupos de pacientes no va a conseguir una disminución de la agenda asistencial, sino que lo que conseguirá es aumentar la frecuentación y el nivel de nimiedades en la consulta. Por experiencia sabemos que en muchos lugares donde los cupos son pequeños, paradójicamente, la presión no baja, ya que los ciudadanos acuden más, con frecuentaciones superiores a la media de 5-6 visitas por paciente y año, llegando a cifras de hasta 10-12 visitas.
No se acaban aquí los problemas de la reducción de cupos. Otro inconveniente es la disminución de los ingresos económicos del médico, al reducir la capitación sin que ello lleve a una disminución real de trabajo a medio plazo. Pero posiblemente el problema más serio sea una disminución de la competencia del profesional, al reducir la prevalencia en sus consultas de patologías relativamente frecuentes en atención primaria, aumentando la derivación a la especializada de casos que se deberían resolver en nuestro ámbito asistencial. Asimismo, es un serio problema para la viabilidad del sistema, ya que el gasto que generan los cupos médicos en derivaciones, fármacos y bajas laborales es muy similar, influyendo poco su tamaño; y, por tanto, a más cupos médicos, más gasto por habitante.
La única justificación de la reducción de cupos podría ser el aumento de empleo de los médicos, medida de justicia redistributiva en caso de paro médico. Pero esta situación, como se sabe, no existe en estos momentos, caracterizados incluso por lo contrario: faltan médicos en la atención primaria.
Entonces, ¿se puede hacer algo diferente para controlar la demanda asistencial desbordada, independientemente del tamaño de los cupos? Rotundamente sí: la capacidad del médico de controlar su agenda. Justo lo contrario de lo que hacen en algunas comunidades autónomas con medidas como la «demora 0», etc.
Hay que dar al médico total autonomía para organizar su agenda asistencial y que se responsabilice de los resultados. A nuestro juicio, ésa es la medida necesaria.
En la última reunión nacional de la Plataforma 10 Minutos surgió el caso de dos médicos jóvenes, un catalán y un madrileño, que ya habían disfrutado la «circunstancia» de tener 10 minutos por visita en sus centros de salud, con la consiguiente capacidad incrementada de resolver más y mejor y de disminuir la frecuentación, así como de ejercer un mejor control de la demanda. En ambos casos los cupos eran relativamente grandes, pero sus agendas asistenciales eran muy asequibles. Y en ambos casos, por decisiones externas a ellos, les fueron impuestas agendas de 5 minutos, aumentando el descontrol y volviendo a la saturación asistencial.
La propuesta aislada de reducir el tamaño de los cupos que se está planteando en algunas comunidades autónomas no solucionará los problemas de la atención primaria; primero, porque no habrá médicos suficientes, y segundo y más importante, porque agravará la situación laboral y asistencial. "
Por mi parte ,humildemente , debo decir que no comparto este planteamiento. Paso a explicarme:
1. Si en vez de cobrar los ridículos 50 céntimos por tarjeta que cobramos ahora, se planteara por los sindicatos y las organizaciones profesionales el aumento hasta 1,5 ó 2 euros, que no creo sea para escandalizarse, se podría plantear la reducción de cupos, hasta los 1300-1500 cartillas, sin pérdida de poder adquisitivo para los profesionales.
2. La supuesta pérdida de habilidades, al disminuir la prevalencia de algunas patologías, se podría suplir , sobradamente, con el aumento ó la instauración de sesiones clínicas, casos clínicos, sesiones bibliográficas(que en algunos equipos, saturados ó no, son una entelequia). En los hospitales , los especialistas tienen asignadas unas 10 -12 camas, algunos menos y otros más, pero que yo sepa se mantienen sus habilidades y conocimientos con el intercambio generoso y frecuente de información, con estudio y con investigación , que es, sin duda, mucho más abundante que en primaria en la actualidad. ¿Os imaginais que en los hospitales tuvieran que tener 40-50 camas por especialista para mantener sus habilidades propias?.
3. Por el contrario , lo que sí sé, es que médicos de primaria con cupos de 600 a 900 tarjetas, comienzan su jornada después que mi compañero ó que yo mismo (con 1800 tarjetas cada uno) y que la terminan habitualmente antes, cuando mi compañero ó yo venimos terminando, con suerte, a las 4 ó 4,30 y después quedan los domicilios. Y esto está llegando a ser inaguantable por agotador, física y psiquicamente. Porque no olvidemos que el sistema penaliza a los profesionales que se implican en la asistencia y no establece diferencias ni retributivas ni profesionales entre unos y otros.
4. Si esperamos que los políticos acepten que los profesionales de primaria gestionemos nuestras agendas , vamos listos. No he oído a ningún político decir que aceptara listas de espera en primaria ni creo vaya a vivir para oirlo. Por lo que parece razonable que los cupos sean de unas dimensiones en torno a 1300-1500 máximo. Eso conduciría a una menor presión asistencial y probablemente a una mejor comunicación con los pacientes, que redundaría en beneficio de todos los que creemos que aún hay margen de maniobra para dar una asitencia de calidad. Y hasta podríamos plantearnos en alguna sesion clínica, hacer algo de investigación que completara nuestras aspiraciones personales y profesionales.