He aquí una posible carta de una enferma de Alzheimer a su hijo /hija , solicitando sólo un poco de comprensión y mucho , mucho cariño:
Mi querida hija, el día que me
veas vieja, te pido... por favor que tengas paciencia, pero sobre todo
trata de entenderme. Si cuando hablamos, repito lo mismo mil veces, no
me interrumpas para decirme “eso ya me lo contaste” solamente escúchame
por favor. Y recordar los tiempos en que eras niña y yo te leía la misma
historia, noche tras noche hasta que te quedabas dormida.
Cuando no me
quiera bañar, no me regañes y por favor no trates de avergonzarme,
solamente recuerda las veces que yo tuve que perseguirte con miles de
excusas para que te bañaras cuando eras niña. Cuando veas mi ignorancia
ante la nueva tecnología, dame el tiempo necesario para aprender, y por
favor no hagas esos ojos ni esas caras de desesperada. Recuerda mi
querida, que yo te enseñé a hacer muchas cosas como comer
apropiadamente, vestirte y peinarte por ti misma y como confrontar y
lidiar con la vida.
El día que notes que me estoy volviendo vieja, por
favor, ten paciencia conmigo y sobre todo trata de entenderme. Si
ocasionalmente pierdo la memoria o el hilo de la conversación, dame el
tiempo necesario para recordar y si no puedo, no te pongas nerviosa,
impaciente o arrogante. Solamente ten presente en tu corazón que lo más
importante para mí es estar contigo y que me escuches. Y cuando mis
cansadas y viejas piernas, no me dejen caminar como antes, dame tu mano,
de la misma manera que yo te las ofrecí cuando diste tus primero pasos.
Cuando estos días vengan, no te debes sentir triste o incompetente
de verme así, sólo te pido que estés conmigo, que trates de entenderme y
ayudarme mientras llego al final de mi vida con amor. Y con gran cariño
por el regalo de tiempo y vida, que tuvimos la dicha de compartir
juntas, te lo agradeceré. Con una enorme sonrisa y con el inmenso amor
que siempre te he tenido, sólo quiero decirte que te amo, mi querida
hija.