- Hay un viejo proverbio que dice: " SI NO CAMBIAMOS DE RUMBO , TERMINAREMOS EN EL LUGAR AL QUE NOS DIRIGIMOS".
Parece , que toda la vida , la estructura de nuestro Sistema de Salud ha sido la misma, y a poco que recorramos un poco su historia, sabemos que no ha sido así. Yo, que voy siendo ya mayor, aún recuerdo que hace poco más de vienticinco años, existía un llamado "Padrón de beneficencia" , que permitía la atención de los más pobres con asistencia gratuita por nuestra parte y con cobertura farmacéutica por parte de los Ayuntamientos. En todas partes, pero especialmente en los pueblos ,la asistencia sanitaria se llevaba a cabo por los llamados médicos de APD (Asistencia Pública Domiciliaria) que asumíamos tareas de Salud Pública y Asistenciales. No existía horario y estábamos de guardia permanente, librando un fín de semana cada dos y no se cobraban las guardias aparte del sueldo. Nuestras mujeres, recogían los avisos a domicilio, nos ayudaban a dar puntos de sutura en nuestros domicilios en improvisados consultorios de urgencia y atendían el teléfono en multitud de ocasiones. También recogían los vómitos ó las manchas de sangre del suelo y aportaban todo lo que podían para que la asistencia , en aquellos tiempos fuera lo más digna posible. Eran tiempos, en los que un médico general podía tener a su cargo 2.500 - 3.000 personas y eso cuando había suerte de tener un médico en un pueblo, ya que a veces teníamos que cubrir núcleos de población en los alrededores cuando terminábamos en nuestros municipios de cabecera. Entonces también, teníamos que comprarnos nosostros nuestro fonendo, tensiómetro, linterna , material de sutura...........
Y lo bueno de aquella etapa de penurias (nada incluso, comparado con etapas pretéritas) eran que nos sentíamos felices al final de cada jornada, convencidos de haber contribuido a mejorar el nivel de salud de nuestra población. Cuando se anunció a bombo y platillo la Reforma Sanitaria, que incluía centros de salud , trabajo en equipo, horarios establecidos, guardias remuneradas con turnos entre todos los miembros del equipo, dotación de administrativos necesarios en cada centro.........todos creímos que la utopía se había hecho realidad y asistimos a un desarrollo de la A. Primaria como nunca antes se había conocido, impulsados por la ilusión de varias generaciones que creíamos estar asistiendo a un período histórico de la historia de la Sanidad Española y por una clase política que parece que apostaba por el desarrollo de una Atención Primaria fuerte, competente y eficiente. Hasta que andando el tiempo, se fueron quedando en el camino muchas ilusiones despertadas, muchos sueños engendrados al albur de aquella ilusión y mucho esfuerzo. Empezó a encenderse la alarma sobre la excesiva tecnificación y desarrollo de nuestros hospitales , hospitales que yo creo imprescindibles y magníficos ,pero que concentraban la mayoría del gasto en las partidas de asistencia sanitaria, a pesar de que se decía resolvían menos problemas de la población. Se tuvo la sensación de que la A. primaria ya no interesaba a la clase política más que para sus discursos electorales cada 4 años, y el día a día se fué haciendo muy duro para muchos compañeros que fueron estrellando su ilusión en el muro de la presión asistencial desmesurada, en el trato cada vez más distante con los pacientes al tener que hacer frente a agendas de un paciente cada 3 ó 5 minutos, en la ingente y desmesurada burocracia que ocupaba cada día una buena parte de su jornada laboral restándole tiempo de asistencia a pacientes que lo necesitaban. Con la sensación de que aquella clase política había dejado la A. Primaria en caída libre y en "sálvese quién pueda" , interesada tan sólo en las sifras de las listas de espera ó en los números del gasto farmaceútico bruto sin más consideraciones. El burn-out ocupa hoy más de un 30% de nuestras consultas , la sensación de no respuesta y de no cambio de temas que se están enquistando en la Atención primaria es cada vez mayor y todavía hoy a los médicos de Familia se les llama " ...de entrada en el Sistema sanitario" y a los médicos de hospital se les llama a todos "especialistas", como si los médicos de Familia no fuéramos una especialidad más, aunque eso sí ninguneada en el día a día por normas nunca escritas como el tener que hacer las recetas a los compañeros del hospital ó de la urgencia hospitalaria, ó el tener que derivar a pacientes al Hospital para que se les prescriban medias de compresion normal ó la primera receta del Clopidogrel aunque luego nos obliguen a seguir rcetando las mil siguientes de ese mismo clopidogrel, ó para que le hagan un TAC a un paciente con una cefalea con signos de alarma.......
Creo que ni las generaciones de médicos de Familia a que he hecho mención más arriba, que pusimos tanto corazón y esfuerzo en la mejora del Sistema sanitario, ni las de los Médicos de Familia más jóvenes que también dedican tanto esfuerzo y entusiamo en hacer su trabajo lo mejor posible , se merecen que no se haga nada por cambiar ese rumbo a ninguna parte en que parece que se ha convertido la A: Primaria y NECESITAMOS cambios audaces que permitan canalizar las capacidades de tantos buenos profesionales que están deseando trabajar en un entorno menos hostil y absurdo.
No parece que el rumbo hospitalocentrista tomado por nuestro modelo dé respuesta a las necesidades de nuestros pacientes y de nuestro sistema, que ya ha dado síntomas alarmantes de hastío sobre el despilfarro , la ineficacia y la ineficiencia de un modelo que pide a gritos un cambio de dirección y dejar de recorrer decenas de curvas donde no debiera haber más que rectas. Muchas veces el camino ya abierto no es la mejor elección, y un buén túnel puede evitar tener que rodear una gran montaña.
La Utopía
Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.
¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar.
(Ventana sobre la Utopia. Eduardo Galeano.
CREO EN LA UTOPIA PORQUE LA REALIDAD ME PARECE IMPOSIBLE
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.
¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar.
(Ventana sobre la Utopia. Eduardo Galeano.
CREO EN LA UTOPIA PORQUE LA REALIDAD ME PARECE IMPOSIBLE