La Utopía

Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.

¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar
.
(Ventana sobre la Utopia. Eduardo Galeano.

CREO EN LA UTOPIA PORQUE LA REALIDAD ME PARECE IMPOSIBLE

martes, 15 de septiembre de 2009

Locura de amor


Tenía 83 años , los últimos 10 los había pasado pegada a él , sin separarse de su marido ni un instante desde que le diagnosticaron la maldita enfermedad de Alzheimer. En estos largos años , había ido viendo cómo su Antonio se había ido transformando en una edición barata de sí mismo, dejando todos sus recuerdos atrás hasta hacerse completamente dependiente para asearse, para comer , para levantarse de la cama, para vestirse.......... Tenía que cerrar la puerta con llave debido a varias "escapadas" de Antonio , al principio de la enfermedad, que le produjeron momentos de indecible angustia al comprobar que no volvía a casa, que se había perdido y que había que salir a buscarlo. Menos mal que el pueblo es pequeño y todo el mundo se conoce, por lo que un vecino solidario y amigo ,al encontrarlo y comprobar que no sabía dónde estaba lo acercó hasta su casa ,terminando así la zozobra de esas interminables horas.

¡ Cuantas horas consumidas a la cabecera de su marido en los episodios de fiebre en los que él no sabía dónde le dolía pero que expresaba con un gemido casi continuo hasta que ,ya de madrugada, la fiebre remitía !.

En los últimos meses ya no podía atenderle sóla. Necesitó la ayuda de una asistente en el hogar y el apoyo impagable de su fiel hermana, que siempre ha estado a su lado, arrimando el hombro. No obstante, a pesar de que se sentía ya muy enferma, de que su cardiopatía progresaba a un ritmo vertiginoso, que le obligó a ser ingresada varias veces en el último año, siempre que ibamos a hacer las curas a las escaras de su amado esposo, ella se sentaba a su lado , le cogía la mano , le hablaba, le tranquilizaba y nos preguntaba con la mirada ansiosa de recibir una sonrisa por nuestra parte que indicara que todo iba bién. Si era así , se mostraba feliz al saber que su Antonio mejoraba ,al menos, de las terribles heridas que habían dejado al descubierto parte de los tendones de sus piés y que le obligaban ya a desplazarlo en una silla de ruedas.

Su Antonio, sin pretenderlo, la tenía constantemente pendiente de él, respondiendo mil veces de forma tranquila y cariñosa a sus mil preguntas iguales: ¿qué hora es? ¿cuando se come en esta casa? ¿ cuando me van a llevar a mi casa?...... y así un día y otro y otro durante años.

Aún recuerdo su llanto y su angustia durante un episodio de hipoglucemia que hizo perder la conciencia a Antonio. Ella creía que había muerto y no cesaba de llorar preguntándome si respiraba , suplicándo que se recuperase.......hasta que conseguí tranquilizarla indicándole que sólo era una "bajada de azúcar" y que se recuperaría con el tratamiento en breves minutos, como así fué. ¡Qué mirada,inolvidable, de agradecimiento entonces!¡ Podía seguir cuidando de su marido, todavía!

Hace quince días, Encarna sufrió una trombosis cerebral que no pudo superar. ¿Quién hubiera podido imaginar que se iría antes que su esposo?. ¿Porqué suceden así las cosas? ¿Porqué hay tantos porqués?.....Y al ir a visitar a Antonio el otro día hallé parte de la respuesta. Él, aunque parezca increíble, con un Alzheimer en estadío avanzado, no hacía más que preguntar por su esposa: "¿dónde está Encarna? ", "¿porqué se ha ido si éso no me lo había hecho nunca?" , "tengo que salir a buscarla para saber porqué no viene a verme"...........mientras la hermana de Encarna se deshacía en un mar de lágrimas mientras lo oía, y yo pugnaba para que no se me notara la emoción.

Gracias Encarna, por haberme dado algunas respuestas a tantas preguntas , por enseñarme otra esquina del amor.