La Utopía

Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.

¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar
.
(Ventana sobre la Utopia. Eduardo Galeano.

CREO EN LA UTOPIA PORQUE LA REALIDAD ME PARECE IMPOSIBLE

viernes, 9 de noviembre de 2012

Momentos

- Hay un  artículo estupendo de la Dra Salomé Diaz ,, publicado en la revista AMF joven , que no me resisto a reproducir porque me parece extraordinario, de esos que deberíamos  releer a menudo  para no perder el norte. Yo también recuerdo la película de Path Adams como un referente que nunca deberíamos olvidar. Espero que lo disfruteis:

El otro día por fin vi Patch Adams, después de años de tenerla pendiente. Muchos la calificarían de ñoña, lo sé; pero un médico con verdadera vocación de serlo no puede dejar de sacar conclusiones provechosas de ella.

Al principio de la trama Hunter (Patch) Adams es un hombre sin esperanza que intenta suicidarse e ingresa voluntariamente en una clínica psiquiátrica. Es allí cuando decide irse a estudiar medicina. Patch le dice a su psiquiatra: «Me voy. Quiero ayudar a las personas. Anoche con Rudy conseguí conectar con otro ser humano. Quiero repetirlo. Quiero conocer a las personas y quiero ayudarles con sus problemas». «Eso es lo que yo hago» responde el psiquiatra. «Pero no tiene ni idea. Ni siquiera mira a las personas cuando le hablan. Yo quiero escuchar, es decir, escuchar realmente a las personas».

Hoy Julio me ha contado que le han diagnosticado un cáncer de colon hace 15 días. Con metástasis en riñón e hígado. Que se encontraba genial, vital, en uno de sus mejores momentos. Desde que le dieron la noticia ha sido como si la enfermedad le hubiera noqueado: no come, solo le apetece estar en la cama. Sus hijos y él no dejan de llorar.

Yo disponía de 5 minutos para atenderle. Me he sorprendido a mí misma mirando a la pantalla de ordenador mientras empezaba a contarme todo esto... sí, sin mirarle si quiera.

De pronto, he reaccionado: me dan igual los 5 minutos. Me da igual oír resoplar a los demás pacientes al otro lado de la puerta por la tardanza. Me da igual que no haya paga extra de Navidad. Que sea suplente y quizá no tenga trabajo a partir de octubre. Me da igual todo eso en este preciso momento.



Ahora solo estamos el paciente y yo, y el clima de confianza y empatía que entre los dos, sin conocernos de nada antes de que entrara en la consulta, hemos creado en unos segundos.

Dudo que todos los burócratas y políticos que deciden por nosotros hayan sentido alguna vez en su trabajo una satisfacción parecida a la que he vivido hoy hablando con Julio durante 20 minutos. Mirándole a los ojos. Escuchando sus miedos, sus dudas, su tristeza. Momentos cruciales, mágicos, en los que recuerdo por qué elegí esto; consigo conectar con otro ser humano y creo, o esa ha sido mi impresión y lo que Julio me ha asegurado, que hasta consigo darle algo de esperanza y calma.

Soy médico de familia. La profesión más bonita del mundo.

«Oiga, Patch... Me recuerda a mí cuando acabé la carrera, todo fuego, intentando salvar al mundo... Pero después se pierde algo de gas... El sistema es como es: no es perfecto, pero es lo único que tenemos.» «¿Por qué tiene que ser lo único que tenemos? ¿Por qué no cambiarlo?». (Patch Adams. 1998. Universal Pictures)