La Utopía

Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.

¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar
.
(Ventana sobre la Utopia. Eduardo Galeano.

CREO EN LA UTOPIA PORQUE LA REALIDAD ME PARECE IMPOSIBLE

miércoles, 25 de febrero de 2009

Las lágrimas de Federer



Cuando Nadal ganó a Federer en la final del torneo de Australia pensé en escribir algo sobre sus lágrimas en la ceremonia de entrega de premios http://www.elpais.com/articulo/deportes/deberia/haber/llegado/quinto/set/elpepudep/20090202elpepidep_4/Tes . Luego lo olvidé y cuando leí el domingo pasado el artículo de Rosa Montero http://www.elpais.com/articulo/portada/Lagrimas/gordas/elpepusoceps/20090222elpepspor_11/Tes pensé que merecía la pena reflexionar sobre esas lágrimas, sobre el significado de la barraquera pública que montó el famoso tenista, eterno número uno, por no haber ganado una vez más.

Rosa Montero se muestra encantada del espectáculo. Le parece un signo del varón nuevo, hijo del empuje del feminismo y de la revolución sexual de los años sesenta. Así escribe cosas como éstas:

"… Federer lloró como un hombre y redimió a Boabdil y a todos los caballeros que alguna vez soltaron un gemido y fueron condenados al infierno viril de los machotes. Los machotes son una rara especie en extinción que al parecer carece de lagrimales. Debe de ser verdaderamente difícil atravesar la vida sin poder permitirse sentir, sin emocionarse."

"...En las últimas décadas, y de forma progresiva, los hombres han empezado a reivindicar sus emociones. Han avanzado mucho, sobre todo los más jóvenes (no es casual que Federer tenga 27 años), pero todavía hay numerosos madelman de hierro alrededor. Pobrecitos: estoy segura de que muchos se dan cuenta de que están pagando un precio exorbitante, pero no son capaces de comportarse de otro modo. Y en la mayoría de los casos creo que ya no se trata de un miedo escénico, es decir, del temor a parecer blandos o no adecuadamente masculinos, sino que es algo mucho más estructural y más profundo: nunca aprendieron a enfrentar y manejar sus emociones, de modo que los sentimientos son para ellos una terra incógnita amedrentante, un pantano de arenas movedizas en el que temen caer con sólo dar un paso. Piensan, me parece, que con permitirse una sola y pequeña emoción pueden desmoronarse."

Detrás de esta opinión, entre otras cosas, hay un concepto que últimamente ha hecho fortuna social sobre todo a través de distintos programas de televisión en que los participantes no se cortan a la hora expresar sus emociones: hay que reivindicar (¿qué significa eso?) y sobre todo expresar en todo momento lo que se siente, hay que desahogarse porque eso es lo sano, incluso lo sincero, lo honesto, lo propio de personas con corazón. Las emociones vienen de dentro, ya se sabe y no deben contaminarse por nada que tenga que con la conveniencia social o la razón.

Sin embargo existe otra forma de ver las cosas. Por ejemplo los psicólogos cognitivos conductuales (Albert Ellis, Aaron Beck, Lázarus, etc) cuestionan esa visión de raíz y plantean que las emociones no dependen automáticamente de los eventos que nos ocurren sino de cómo procesamos la información sobre esos eventos, de cómo nos tomamos lo que nos ocurre, de los pensamientos automáticos (frases que nos decimos a nosotros mismos o imágenes que constituyen una “corriente de conciencia” que los individuos asumimos sin cuestionarlos y que muchas veces, están sujetos a una lógica errónea y tremendista) que nos pasan muy rápidamente, casi sin darnos cuenta por la cabeza.

Así tras las emociones siempre hay pensamientos y es de las características de éstos de lo que dependen su intensidad y sobre todo si son adaptativas para las personas. Cuando nos deslizamos hacia el tremendismo, hacia las exigencias absolutas, hacia un pensamiento en blanco o en negro, hacia sacar conclusiones sin que haya razón para hacerlo, tenemos tendencia a caer en emociones perturbadoras que por cierto no son solo las lágrimas incontenibles (una tristeza excesiva o en último extremo la depresión) sino también un miedo paralizante (la ansiedad) y la ira desaforada. Creer que las emociones hay que expresarlas en bruto puede llevar a no controlar las lágrimas pero tambien a no controlar la ira por una frustración lo que puede llevar, por ejemplo, a dar con un cenicero en la cabeza de una chica como desgraciadamente ha ocurrido en los últimos días.

Es por tanto necesario modular las emociones. La inteligencia emocional consiste es ser conscientes de las emociones que tenemos y en saber evaluar si son adecuadas a la situación concreta (lo que implica un modelo ético). En la mayoría de los casos lo son porque el sistema emocional se ha desarrollado evolutivamente para ayudarnos a reaccionar de forma rápida, sin necesidad de procesar conscientemente una enorme cantidad de información, pero no siempre y es en esos casos cuando tenemos que modularlas con nuestra razón, lo que implica factores culturales y educativos.

Las lágrimas de Federer pueden ser analizadas de otra forma. Quizá tuviera pensamientos automáticos como: " si no soy el número uno, soy una mierda; los perdedores son despreciables, soy un asqueroso perdedor; es terrible perder otra vez; no tiene sentido jugar si no se gana; me van a despreciar si no soy el número uno; voy a defraudar a todos los que me quieren o dependen de mí si pierdo…" o quizá estos otros: " no puedo perder porque dejaré de ganar tropecientos mil euros en contratos de publicidad; si sigo perdiendo no voy a poder seguir permitiéndome tener un avión privado y x mansiones…".


Así en el primer caso le hubiera convenido reestructurar. Darse cuenta de que estaba globalizando su ego y que tenía múltiples distorsiones cognitivas (tipos de error lógico que pueden presentar los pensamientos automáticos) en su corriente de pensamiento. Hubiera sido mejor que se hubiera dicho a sí mismo que su valor como persona no dependía de ganar o perder ese o ningún partido; que el tenis es un juego y se puede ganar o perder; que nadie que lo quiera realmente se va a ver defraudado por su derrota (y si lo hiciera sería su problema); que en televisión (un espacio publico), donde lo está viendo mucha gente, es conveniente tener una conducta educada que respete al rival. Porque él ha ganado a todos muchas veces durante mucho tiempo y sus rivales lo han admitido sin grandes lloros públicos o ¿es que siempre ha pensado que perder es ser humillado, ser intrínsecamente inferior?, ¿es que cuando ganaba veía así a sus rivales?.

En el segundo quizá sus lágrimas solo manifiestan la realidad de los nuevos dioses mimados, analfabetos y estúpidos que creen merecer llevar una vida de lujo, muy por encima del resto de los mortales, solo porque saben darle a una pelota con una raqueta o con la punta de sus pies. Un subproducto de una sociedad bastante irracional.


Los médicos vemos cada día como afecta a las personas una filosofía de baja tolerancia a la frustración y de emotividad no modulada por ninguna ética razonable. Vemos parejas de adolescentes que se agreden por celos estúpidos; gente que padece una crisis de ansiedad porque se le ha muerto el canario; multitud de sufrimiento evitable si se midieran más las palabras o no se reaccionara demasiado en caliente ante situaciones conflictivas habituales en la vida. Los trastornos adaptativos son cada vez más frecuentes en la consulta y en ello hay un factor cultural importante que muchas veces tiene que ver con el modelaje, con la imitación de lo que se ve en televisión. Es importante que tengamos formación para afrontar ese tipo de consultas, para no dejarnos llevar por la demanda de la pastilla fácil o el diagnóstico psiquiátrico inapropiado. Tenemos que ser capaces de asesorar con competencia porque nosotros también creamos opinión y muchas veces iatrogenia, aunque haya factores sociales que a menudo nos superen.

Es en parte verdad que los cambios impulsados por las mujeres han afectado también a los varones. El estereotipo de hombre duro ha hecho crisis desde los años sesenta del siglo pasado. Muchos varones ya no encontramos satisfactorio estar obligados a mantener el estereotipos de la masculinidad tradicional y buscamos nuevas formas de expresión en lo emocional y en lo social. Algunos han optado por convertirse en “hombres blandos”, más andróginos, cultivadores de cualidades tradicionalmente femeninas como la amabilidad, la vulnerabilidad, la sensibilidad, la intimidad. Esto, en ocasiones, no les ha resultado del todo satisfactorio ni a ellos ni a sus parejas que en muchos casos descubren y desarrollan características aceptadas hasta ahora como masculinas y que están muy unidas a la mujer moderna: independencia, valor, gusto por el espacio público, ambición de espacios de poder… Otros varones no se sienten cómodos ni adoptando el modelo de virilidad del pasado, ahora caricaturizado, y objetivamente problemático para los nosotros, ni rechazando totalmente los valores que han constituido históricamente la masculinidad.

Elisabeth Badinter (La identidad masculina. Alianza Editorial 1992) plantea el reto que actualmente tienen varones y mujeres: reconciliar valores que no son estrictamente masculinos ni femeninos, sino que pertenecen a todo ser humano. En concreto cree que los varones no deberían abdicar de los valores positivos de la masculinidad -que no se adquieren fácil ni pasivamente sino que se obtienen a base de esfuerzo y exigencia- como autocontrol, voluntad de mejorarse, gusto por el riesgo y el desafío, capacidad de resistir la opresión… Estas actitudes puede ser compatibles e incluso modularse con valores históricamente femeninos pero que también podemos experimentar y asumir los varones. Así las virtudes femeninas si no son equilibradas por las masculinas pueden conducir a la pasividad y a la subordinación. Las masculinas no moduladas por las femeninas a un exceso de autocontrol, al gusto por el riesgo excesivo o en un exceso de agresión.

Hombres y mujeres tenemos que aprender a modular nuestras emociones; a no dejarnos llevar por estereotipos o sistemas de creencias cerrados que nos producen sesgos que nos limitan porque nos impiden mirar la realidad; a no confundir la sensibilidad con la sensiblería, una barraquera banal con duelo adecuado a la pérdida. Por desgracia hay muchas cosas en la existencia humana que justifican las lágrimas pero quizá no lo es la pérdida de un partido de tenis sobre todo cuando se han ganado tantos.

Desafíos

Ya se ha repetido en innumerables ocasiones que la A. primaria está "de capa caída", por múltiples razones: la inversión en Primaria es del 14% mientras en especializada alcanza el 54%, muchos profesionales que eran excelentes ahora están quemados como concuencia de la mala gestión , de las agendas sobresaturadas, de la falta de recursos. de no poder mejorar su formación y de invertir tiempo en investigación.....El sistema maltrata a los buenos profesionales a los que penaliza por querer ser mejores e invertir parte de su tiempo libre en formación , docencia ó investigación. Los famosos incentivos , ya han demostrado que "desincentivan" a la mayoría de los que se implican en otras cosa que no sea el ahorro por el ahorro..............y así podríamos seguir hasta desgranar las mil y una penalidades que nos aquejan y justifican que cada vez haya mayor pereza intelectual para seguir adelante a pesar de las dificultades. Pero el reconocer la realidad no debe hacernos caer en el catastrofismo, no deberíamos perder de vista que nuestro quehacer es una verdadera fortuna en las cambiantes fortunas del tiempo y que ,al igual que a otros les tocó antes, ahora nos toca a nosotros librar nuestras propias batallas y que nuestros sueños e ilusiones pueden ser el mejor motor para no dejar de intentarlo.

He encontrado unos pensamientos de Paulo Coelho que pueden ayudarnos a no perder de vista nuestras referencias, como el faro en la bocana delpuerto cuando estamos en alta mar ante una tormenta de fuerza descomunal . A mí me sirven y por eso os los muestro, me alegraría que así fuese para algunos de los que amablemente nos leéis y nos ayudais con vuestros comentarios: