La Utopía

Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.

¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar
.
(Ventana sobre la Utopia. Eduardo Galeano.

CREO EN LA UTOPIA PORQUE LA REALIDAD ME PARECE IMPOSIBLE

domingo, 2 de diciembre de 2012

¿Benzodiacepinas en ancianos? No , gracias

- Un artículo del BMJ de Septiembre pasado incide ,una vez más en LOS RIESGOS ASOCIADOS AL USO DE BENZODICEPINAS EN EL ANCIANO.
   El uso de benzodiacepinas se asoció a un incremento de más del 50%  de riesgo de desarrollar demencia así como a caídas y  fracturas de cadera

Este estudio muestra que el uso de benzodiacepinas en ancianos se asocia a un aumento del 50% del riesgo de demencia. Estos resultados no se alteraron después de ajustarlos por diferentes posibles factores de confusión y por presencia de depresión. Otros riesgos asociados al uso de estos fármacos en ancianos son el de caídas y fracturas. Dado el extenso uso y abuso que se hace de las benzodiacepinas, podemos afirmar que actualmente representan un problema de salud pública.

 En las páginas de 3 clics podemos leer la reseña
Entre 1987 y 1989 se seleccionó aleatoriamente una muestra de más de 3.700 pacientes mayores de 65 años de dos regiones del sureste de Francia, la Gironda y la Dordoña. Se les siguió durante más de 15 años, con controles cada 2-3 años.
Se seleccionaron aquellos pacientes de la cohorte que no tuvieran diagnóstico de demencia en los tres primeros controles (año 0, año 3 y Año 5 del seguimiento), y que no hubieran reportado uso de benzodiacepinas en los dos primeros controles (año 0 y año 3 del seguimiento), en total 1.063 pacientes (edad media 78,2 años). De estos, 95 reportaron uso de benzodiacepinas en el tercer control (año 5 del seguimiento), mientras que el resto continuaban libres de uso de estos fármacos.


Los 95 pacientes que reportaron uso de benzodiacepinas por primera vez en el tercer control (año 5 del seguimiento) presentaron un riesgo ajustado (por diferentes factores de riesgo tanto para demencia como para el uso de benzodiacepinas, como edad, sexo, nivel educativo, estatus marital, consumo de vino, presencia de diabetes o hipertensión, uso de estatinas, antiagregantes o anticoagulantes orales y deterioro cognitivo) de demencia un 60% mayor que aquellos que permanecían como no usuarios de este fármacos. Este resultado no varió cuando se ajustó por la presencia de depresión.

Luego, se hizo un análisis secundario en el que se crearon dos grupos de pacientes: aquellos que a lo largo de todo el seguimiento no reportaron uso de benzodiacepinas, y aquellos que habían reportado uso de estos fármacos en algún momento después del segundo control (años 5, 8, 13 o 15 del seguimiento). El riesgo de demencia fue un 40% superior en el segundo grupo, sin que se observaran diferencias en el resultado después de ajustar por presencia de síntomas depresivos.
También se realizó un análisis de casos y controles con los pacientes que asistieron al cuarto control (año 8 del seguimiento). Este análisis mostró un aumento del 50% en el riesgo de demencia entre los pacientes que habían reportado uso de benzodiacepinas durante algún momento del seguimiento, en comparación con los pacientes que nunca habían usado esos fármacos.


Se podría pensar que la asociación entre uso de benzodiacepinas y demencia responde a un sesgo de confusión. Es decir, si en algunos pacientes el insomnio o ansiedad aparecen como primeras manifestaciones de una demencia y estos pacientes reciben benzodiacepinas como tratamiento de estos síntomas, es normal encontrar una mayor tasa de nuevos diagnósticos de demencia entre los individuos que toman benzodiacepinas. Sin embargo, dos observaciones en el estudio van en contra de esta hipótesis: