La Utopía

Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.

¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar
.
(Ventana sobre la Utopia. Eduardo Galeano.

CREO EN LA UTOPIA PORQUE LA REALIDAD ME PARECE IMPOSIBLE

sábado, 27 de octubre de 2012

Sin Perdón NI olvido


El blog del programa de Radio 3 , Carne cruda publicaba hace pocos meses una entrada que no debiera pasar desapercibida, porque si perdemos la sensibilidad para estos hechos, es cuando en verdad HABREMOS ENTRADO EN CRISIS, pero con la diferencia de que de ésta no saldríamos nunca_


Se llamaba M.F. Era electricista. Tenía 45 años, mujer y una hija menor de edad. Había agotado el paro y sólo cobraba 300 euros de pensión por la depresión que le diagnosticaron por no encontrar trabajo. No podía pagar el alquiler de su casa. Durante nueve meses ocupó con su familia una vivienda de protección oficial vacía. Pero llegó la orden de desahucio. Le urgían a abandonar la casa. Inmediatamente. Se fue al ayuntamiento de su localidad. Les pidió que realojaran a su familia en un albergue “porque hacía mucho frío para quedarse tirado en la calle con su familia”. Era noviembre. No le hicieron caso. Pidió, entonces, por dos veces, una demora de un mes en la ejecución del desahucio. No se la concedieron. La ejecución tendría lugar. Pero antes de lo que los ejecutores pensaban. A las cinco de la tarde, como decía el fatídico poema de Lorca, salió a la calle con una cuerda. Fue hasta un parque cercano a su casa. Lanzó la cuerda por encima de la rama de un árbol. Y se ahorcó. A la vista de todos. Para que lo vieran los que no quisieron verle.


No ocurrió en Grecia donde varios ciudadanos se han quitado la vida en la vía pública porque nada hay más público que un sistema que aniquila a los suyos. No, ocurrió en España. Ocurrió en el Parque de las Setas del barrio del Gornal en L’Hospitalet. Ocurrió en 2010 cuando la crisis empezaba a cobrarse sus primeras víctimas, algunas mortales. Ocurrió cuando en los parques empezamos a ver ahorcados, ahogados, estafados, despedidos, ocurrió cuando empezamos a ver desahuciados en los bancos de la calles, mientras en los bancos del dinero crecían como setas los estafadores, mientras en los bancadas del congreso crecían como setas los recortes, mientras en los banquillos de los juzgados se agosta la justicia.
Han pasado dos años de aquello, de aquel día en el que M.F., Miguel, Manuel, Marcos, se colgó de un árbol en mitad de un parque. Miramos atrás y todavía está ahí colgado. Miramos atrás y vemos una hilera de ahorcados. La última, Mari Ángeles, una celadora del Hospital Universitario de la Coruña, de baja también con una depresión como M.F, a la que obligaron a reincorporarse por la falta de personal, por los recortes que están recortando vidas literalmente. Se lanzó desde el 9º piso del centro. Miramos hacia arriba y vemos a los verdugos empujando a las víctimas hacia el vacío. Miramos atrás y les vemos apretar el nudo de la soga.
Miramos atrás y hacia arriba y vemos a dos gobiernos que no han detenido los desahucios, que no han impuesto siquiera la dación en pago, que no han rescatado a los que ahorcados pero sí a los bancos que les vendieron la cuerda, que no han encerrado en prisión a esos verdugos que estafaron a sus clientes y a todos los ciudadanos, que les han dejado irse con las bolsas cargadas de dinero, que no les han sentado en el banquillo de acusados y que han amnistiado a los más estafadores. Miramos atrás y vemos a dos gobiernos que han recortado derechos laborales, días de despido, pensiones y sueldos.
Miramos a nuestra espalda, sólo a estos seis últimos meses y vemos a un gobierno que ha subido los impuestos que aseguró que no subiría, que se los ha subido a todos menos los que más tienen, que nos cobra aún más por estar enfermos, que hecho el mayor recorte de derechos laborales de la democracia, el mayor recorte en sanidad y educación y el mayor rescate a la banca con nuestro dinero, que nos ha hipotecado de por vida, que nos lo ha ocultado, que ha llamado “el enemigo” al ciudadano y ha criminalizado su inevitable grito de queja cuando le pegan, que le ha perseguido a golpe de bolas de goma, que ha enterrado vivos a los mineros y a las personas dependientes, que ha recortado a todos los empleados públicos menos a ellos que son los más empleados de todos aunque los menos públicos en su gestión.


Miramos hacia arriba y seguimos viendo a Mari Ángeles caer empujada por los de arriba. Miramos atrás y seguimos viendo a M.F. que sigue colgado del árbol. Ahí siguen. Para que no olvidemos ni perdonemos