La Utopía

Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.

¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar
.
(Ventana sobre la Utopia. Eduardo Galeano.

CREO EN LA UTOPIA PORQUE LA REALIDAD ME PARECE IMPOSIBLE

domingo, 9 de agosto de 2009

Medicina de Familia Rural



Ayer estaba saliente de guardia. La noche había sido algo movidilla con algunos niños con fiebre con excelente estado general y la madre con aspecto de preocupada como es "su obligación", algún traumatismo que requirió unos puntitos de sutura y a las 5 y cuarto un señor desplazado de la Comunidad de Madrid que había sufrido una caída desde una escalera , fracturándose una vértebra , hacía 48 horas y tenía un dolor severo (éste sí que era un aviso para llamar a las 5 de la mañana) , pero que le habían dado de alta en 24 horas porque en el hospital, para variar, estaban faltos de camas. Tras valorarlo , tenía un dolor severo como de 9 en la escala analógica, tenía microhematuria que no figuraba en el informe de alta, estaba estable hemodinámicamente y en la ecografía (tengo la suerte de disponer de un ecógrafo portátil, que es utilísimo en la valoración de pacientes como éste, y se puede llevar al domicilio del enfermo) tenía una pequeña ectasia piélica en el riñón izquierdo sin apreciarse hematoma perirrenal ni fractura renal. La familia decía que no le daban el Nolotil , que se le había pautado porque no sé quién había dicho que le podía bajar la tensión y "claro como tiene 124/75 no vaya a ser que"...... Dado que estábamos en la madrugada de un sábado y todos sabemos cómo funciona el hospital y como que teníamos bastante margen de maniobra decidimos indicarle a la familia que no se agobiaran con la idea distorsionada ( ¡cuánto sufre la gente con ideas distorsionadas fruto de la iatrogenia verbal!) del Nolotil y que se lo dieran cada 6 horas incluso con la posibilidad de administrarle 2 cápsulas juntas cada 6 horas. Si aparecieran fiebre ó hematuria franca deberían acudir de nuevo al hospital.
Nuestra vuelta al centro de salud , dado que el aviso antedicho había sido en una aldea distante 8 Km del centro, fué sobre las 7,15 de la mañana ,por lo que ya decidimos que lo mejor era tomar un buén café y bromear con alguna anécdota que recordáramos.

El relevo llegó a las 8 en punto, justo a la vez que la empleada de la limpieza, que me dijo que una paciente mía, de 86 años, que estaba ingresada con una Angina de Ludwig (en los pueblos también hay patología, y muy variada) había fallecido por complicaciones renales. El llevar 26 años en un pueblo te permite conocer a varias generaciones de personas y ésta paciente era una de mis pacientes veteranas, a las que aprecio especialmente, con la que había compartido momentos gratos y otros no tanto. Conocí a su marido, también paciente mío hasta que falleció, conozco a sus hijos y nietos, y había hablado con ella innumerables veces de lo divino y de lo humano. Últimamente su memoria iba debilitándose, como es natural, lo que a veces es una bendición para algunas cosas. Su confianza en mí , me dijo la hija en el tanatorio, le hacía pensar que ,en su delirio en el hospital, todos los médicos eran D. Antonio........¡Qué suerte para mí haber sido su médico!


Cuando ya salía del centro para irme a casa, las campanas de la iglesia del pueblo "tocaron a muerto" por mi paciente fallecida. En los pueblos, no sólo no se oculta la muerte como en las ciudades sino que las campanas de la iglesia, esas que tocan en todos los acontecimientos del año, también emiten un último lamento público por una persona que se va. Es un sonido triste, pero también una llamada de recuerdo a todos sobre la temporalidad de nuestra vida.Todos los habitantes del pueblo saben que un día doblarán por ellos.

Entonces pasé por una calle donde había visto a otro paciente el día anterior, que no es de mi cupo pero al que conozco desde hace muchos años, por una somnolencia excesiva, que le impedía tragar alimentos y medicación ,con un Alzheimer y un Parkinson muy evolucionados, encamado permanentemente y con una esposa de más de 80 años que le sigue dedicando unos cuidados primorosos. Durante mi visita del día anterior le indiqué que no le diera la Risperidona(que en teoría está contraindicada en el Parkinson) para ver si podría volver a tragar la alimentación blanda que le dan habitualmente. Mi sorpresa fué monumental al ver a Vicente despierto, sonriente y deglutiendo el desayuno como un niño feliz. Su esposa estaba radiante al ver que podía seguir administrándole sus cuidados y ya cuando me iba le preguntó : "Vicente , ¿sabes quién es éste"? . Vicente no decía nada, sólo me echaba sonrisas..... Vicente, le dijo su esposa, es D. Anto................. ¡D. Antonio! respondió Vicente como movido por un resorte oculto en su cerebro ya muy deteriorado.

Soy un médico afortunado me dije, en mi camino de vuelta a casa.