Por eso hoy tomo prestadas estas reflexiones de una compañera que sí sabe de lo que hablamos:
Hasta ahora no hemos existido. En todos los medios nos hemos hartado de ver escenas emotivas de hospitales y de UCIs, cuando el mayor porcentaje de contagios y fallecidos ha recaído en los centros de atención primaria. Y de repente, cuando hace falta desarrollar un estudio serológico, aparecemos como piedra angular de la asistencia sanitaria. Y todavía tenemos que escuchar la recomendación de nuestros dirigentes de que nos debemos organizar para separar a los pacientes respiratorios y fomentar la consulta telefónica: JAAA! ME PARTO!!! por no ponerme a llorar.
Señores míos, que sepan que desde febrero, los invisibles médicos de atención primaria hemos intuido que muchos pacientes que atendíamos con patología respiratoria no presentaban síntomas habituales, que ante ésta sospecha nos hemos puesto mascarilla y se la hemos aconsejado a nuestros usuarios, eso sí, de seguridad incierta, por no decir algo más grosero. Que cuando se instauró el estado de alarma nos organizamos todo el equipo y separamos a los pacientes, blindamos la entrada del centro y comenzamos a funcionar con consultas telefónicas. Que cada día hacemos un número indecente de llamadas para ver el seguimiento sintomático de los contagiados, dar instrucciones de aislamiento, ofrecer ayuda social en situaciones difíciles, apoyo psicológico y hasta espiritual a veces. Incluso por telefono controlamos otras patologías que tambien siguen existiendo: tensiones, dolores de infinidad de causas, ansiedad, diabetes, vértigos, cefaleas, infecciones varias….y un sinfín de consultas que manejamos PORQUE CONOCEMOS A NUESTROS PACIENTES. Y todo ésto lo hemos hecho desde el minuto uno de la pandemia, sin medios adecuados, con información desconcertante y contradictoria y con el personal reducido por el “evitable” contagio. Hemos ido a trabajar con el miedo de aquél que se siente desprotegido, más de uno hemos llorado a solas en la consulta o en el baño y, cuando hemos llegado a casa, en ocasiones con la familia alejada por evitar el contagio seguro, nuestro tiempo lo hemos dedicado a leer protocolos y a “desinfectarnos”.
Señores dirigentes, que sepan que detectar y derivar a tiempo a un paciente para que no llegue a ingresar en UCI, TAMBIEN ES SALVAR UNA VIDA. Que no sólo es importante comprar respiradores. Reforzar la atención primaria es crucial para que no acabemos en la atención terciaria. Y que cuando salgan los pacientes de las UCIs, algunos de ellos con fibrosis pulmonar, ahí estaremos nosotros, los invisibles, y no pediremos que nos aplaudan: NI FALTA QUE NOS HACE
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